Las elecciones del 10 de noviembre son una excelente oportunidad para que los partidos políticos puedan conectar sus propuestas con los problemas de la ciudadanía y dialogar sobre el modelo de país que necesitamos. Una de las cuestiones que deben ser definidas es qué papel debemos desempeñar en el mundo y qué lugar ocupará en ese contexto la Política de Cooperación.
España deberá recuperar y situar en el centro de su acción exterior una cooperación ambiciosa, transformadora y conectada con una ciudadanía que ha demostrado ser comprometida y solidaria. De ese modo, se reforzará la dimensión internacional de la Agenda 2030; y se fomentará nuestro liderazgo en el seno de la Alianza Global para fomentar un desarrollo inclusivo y sostenible desde el enfoque de género y de derechos humanos.
La Cooperación debe ser la principal herramienta para definir nuestro papel en el mundo como país solidario y comprometido con los principales desafíos globales. Es fundamental garantizar que España asume un liderazgo, propositivo y ambicioso, en asuntos como el clima, equidad de género, migraciones, fiscalidad, derechos humanos y paz. Una apuesta que ha de realizarse desde el multilateralismo, la solidaridad y la garantía de que todas las políticas contribuyen coherentemente con el desarrollo sostenible.
Es necesario recuperar una política pública de cooperación fortalecida, estable, innovadora, de calidad, en la que participen los actores de la cooperación, que consiga superar los años de recortes y que deje atrás la situación de absoluta excepcionalidad dentro de los países de la Unión Europea.
Además, el Gobierno que salga de las urnas deberá contribuir a que la Unión Europea ponga los derechos humanos, la sostenibilidad y la paz como ejes de su acción exterior. También, deberá participar en los espacios multilaterales de las instituciones, plataformas y fondos estratégicos que promueven el desarrollo y la justicia global.
Recuperar la política de cooperación internacional para el desarrollo pasa por:
•Renovar el consenso de la cooperación como política de Estado, especialmente a la hora de promover un proceso de reformas que permita alcanzar un marco jurídico estable, necesario para su impulso.
•Contar con los recursos necesarios y de calidad para recuperar liderazgo, y ser un socio confi able. Para ello, será necesario priorizar las instituciones especializadas – como la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) – y los instrumentos estratégicos que contribuyan, de manera efectiva, a la lucha contra la pobreza, la desigualdad y a la promoción de los bienes públicos globales.
•Situar la Cooperación al servicio de la defensa y garantía de los derechos humanos, la ampliación del espacio cívico y democrático, la participación ciudadana, y la coherencia de políticas para el desarrollo sostenible.
• Lograr una implementación de la Agenda 2030, ambiciosa, integral y al más alto nivel de la acción de Gobierno en la que se apueste por la dimensión internacional y cosmopolita y que conecte y promueva una Ciudadanía implicada en los desafíos globales.
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