Hace unos días más de cinco millones de niños españoles volvieron a las aulas tras el verano, pero no todos lo hicieron en igualdad de condiciones. Aunque la educación está garantizada para todos los niños en nuestro país, la situación personal de cada uno determina su éxito escolar y el sistema actual no tiene herramientas para borrar estas desigualdades, sino que, al contrario, las acentúa.
El fracaso escolar no significa que los niños no sepan aprender, significa que el sistema educativo no da las mismas oportunidades a todos. El éxito escolar hoy en día depende de la posición socioeconómica de los niños, de su origen o de si tienen alguna discapacidad, y nuestro sistema escolar está fracasando con los más desfavorecidos. En España, el 43% de los niños del 20% más pobre abandona prematuramente sus estudios.
España es el país de la Unión Europea con mayor tasa de abandono educativo prematuro. El 20% de los alumnos abandona la escuela tras la ESO, el doble que la media comunitaria, lo que tiene un grave impacto no solo en su desarrollo y educación, sino en el conjunto del país. El coste de este abandono supone entre el 5'9% y el 10,7% de nuestro PIB.
La educación es clave para reducir las desigualdades sociales y romper el ciclo de la pobreza entre padres e hijos, pero para cumplir su papel no basta con que sea accesible para todos los niños, también debe ser equitativa. En los últimos años dos factores han tenido un gran impacto sobre las tasas de fracaso escolar en los alumnos de rentas más bajas y el aumento de la inequidad de nuestro país:
1. Las políticas de austeridad presupuestaria, que han afectado mucho más que en otros países al sistema educativo y en particular a las familias en peor situación socioeconómica. España invierte menos que la media europea en educación (un 3'7% frente a un 4'6%) y el gasto de las familias ha aumentado en un 28'8% entre 2008 y 2015.
2. La aprobación de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) puede tener un grave impacto a medio y a largo plazo en el aumento de la segregación educativa y en la rigidez del currículum y evaluación, dificultando la atención a la diversidad.
Detrás de los datos, muchas historias
Susana tiene 46 años y es madre de dos hijos estudiantes de educación primaria en un colegio público de la localidad madrileña de Leganés. Ella sola se encarga con su sueldo de sacarles adelante como puede. En su situación, los costes de la educación se convierten en una auténtica carga. Nos confiesa que sus hijos han llegado a transmitirle que se sienten inferiores por usar materiales usados y que han empezado el curso sin algunos libros porque los de segunda mano que les da el colegio siempre llegan con retraso.
Julia vive con su pareja y su bebé de 11 meses en el centro de Madrid. Al no trabajar uno de los dos, los puntos que obtienen para una plaza de guardería pública son insuficientes. Sin embargo, para que Rubén pueda encontrar trabajo y porque saben que ir a la guardería es lo mejor para su hijo, han decidido apretarse el cinturón y pagar una plaza en un centro privado. Saben que es temporal pero también que si tuvieran que pagar un alquiler (ahora mismo viven en una casa propiedad de un familiar) esta decisión sería imposible y el tendría menos posibilidades de encontrar un empleo.
Noemí logró finalizar la ESO realizando un PCPI y su intención era seguir estudiando. Sin embargo, a pesar de la motivación que tenía por hacerlo, Noemí (entones con 18 años) priorizó la búsqueda de trabajo. En casa necesitaban la ayuda económica y su aportación era imprescindible para garantizar una mínima seguridad económica. La falta de becas marcó el futuro de Noemí, muchos de sus compañeros pasaron a hacer el bachillerato o un ciclo medio de formación profesional, pero ella no pudo porque en su familia no tenían dinero.
Algunas de las propuestas de Save the Children
Demandamos un Pacto de Estado por la Educación para conseguir un sistema educativo equitativo que incluya entre otras cosas:
Respecto a Andalucía, podríamos decir que el sistema educativo andaluz, a pesar de los innegables y reconocidos progresos realizados, también necesita mejorar a la hora de compensar desigualdades a través de la educación.
Algunos datos sobre el sistema educativo andaluz
Andalucía es una de las comunidades autónomas con menor inversión per cápita en educación:
La política andaluza de becas, aún con aspectos de mejora, es muy de valorar. En el año 2014, el 49,9% de los y las estudiantes andaluces tenían algún tipo de beca frente al 27,5% de la media estatal.
Por su parte, existe una gran brecha de rendimiento escolar según el origen cultural del alumnado: el nativo tiene una puntuación media 1,1 veces superior al de origen extranjero.
El nivel socioeconómico de las familias también incide en los resultados académicos: hay 287 puntos de diferencia en los resultados PISA entre los niños/as con más renta y los que menos.
Fracaso Escolar: Casi una cuarta parte (23.2%) de los estudiantes andaluces no finalizaron la ESO. El fracaso escolar prevalece considerablemente entre los varones (más de 12 puntos de diferencia respecto a las mujeres).
Desde 2008, el abandono educativo prematuro (AEP) muestra una tendencia muy positiva y constante a la baja, de 37.9% en 2008 frente a 24.9% en 2015* , aunque sigue siendo mayor la tasa andaluza que la del Estado (3ª comunidad autónoma con tasa más alta de AEP) y hay niveles muy desiguales entre chicos y chicas, (el 21,8% abandonan frente al 15,8% respectivamente), y por nivel de renta.
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