Desde el pasado 15 de marzo, Farida Fadoul Nasser estudia en casa con la ayuda de su hermana mayor que va a la universidad y puede ayudarle con los deberes. Farida tiene 15 años y va al Instituto Kowetien en Yamena, Chad, donde llegó junto a su familia hace seis años desde República Centroafricana. El cierre de las escuelas provocado por la Covid19 le preocupa “lo que más echo de menos son las clases, ver a mis amigos y a mis profesores. Además está en juego mi futuro y yo cuando sea mayor quiero ser médica”.
Desde Entreculturas hemos presentado hoy “Sin Escuela, Sin Refugio” para reivindicar que se garantice el derecho a la educación en situaciones de conflicto y refugio. La mitad de las personas refugiadas en todo el mundo son menores. Niños, niñas y jóvenes víctimas de conflictos internacionales e internos que no solo están aumentando, sino que también son cada vez más prolongados y afectan a un mayor número de personas.
Desde hace 10 años la cifra de personas desplazadas forzosamente no ha parado de aumentar, hasta alcanzar los actuales 70'8 millones. 1 de cada 4 niños y niñas sin escolarizar vive en un contexto afectado por crisis. Para ellos y ellas la escuela es su refugio. Vivir en situación de desplazamiento forzoso supone, para un menor, haber perdido su casa, su familia, enfrentarse a situaciones de violencia y al riesgo de sufrir abusos, explotación, tráfico o reclutamiento militar. Cuentan con muchas dificultades para poder comer, acceder a agua potable y, por supuesto, a la educación: de los 7,1 millones de niños, niñas y adolescentes refugiados en edad escolar, 3,7 millones no van al colegio. Sin la escuela, los menores refugiados vuelven a estar más expuestos a situaciones de violencia, abuso y explotación y a tener más dificultades a para poder comer o acceder a agua potable. La escuela es su lugar seguro, su refugio ante las dificultades que viven. La escuela les permite también acceder a la alimentación y a un espacio de paz y juego, donde volver a ser niños.